Me comenta una amiga que siente miedo cuando entra en el metro de Madrid porque mucha gente lleva bajada la mascarilla y le entran ganas de decirles algo para que se la suban, pero no se atreve, así que finalmente ha optado por ponerse la mejor mascarilla que tiene cuando se desplaza en este medio de transporte y así no depende del comportamiento de los demás.
Hasta aquí todo comprensible, pero es que ayer mi amiga me dice que acababa de ver a un usuario del metro reñir a otro por llevar bajada la mascarilla y ella en vez de hacer nada se cambió de vagón porque sintió vergüenza ajena por lo que estaba sucediendo.
¿Estamos locos?, ¿No sería mucho más coherente apoyar a esa persona que está diciendo lo que hay que hacer en el metro, que hay que llevar mascarilla?, ¿Por qué somos tan contradictorias e incoherentes las personas que no nos gustan algunas cosas, pero cuando tenemos la oportunidad de apoyar al que las está corrigiendo, preferimos salir corriendo?, ¿Por qué somos tan cobardes?