viernes, 4 de septiembre de 2009

El enigma de la esfinge colibrí


Era un hermoso colibrí, de alas pequeñas y veloces. Casi todos los días revoloteaba alrededor de una radiante lila y le cantaba melodías pese a que su voz no pasaba de ser un simple susurro. "Lo que cuenta es la intención" pensaba.
Por fín un día abrió bien los ojos mientras se reflejaba en un estanque: "No soy un pajarillo común, soy mitad pájaro, mitad insecto. ¿Qué extraña mutación es ésta?".
Supo entonces que no era un colibrí sino una esfinge colibrí; curiosa mariposa que recibe ese nombre por su mezcla lepidóptero-ave.
El "pajarillo" se puso muy triste porque sabía que mientras un pájaro ha nacido para alegrar con su canto, la misión de la mariposa es esparcir el polen de unas flores sobre el pistilo de otras para que puedan reproducirse regalando al mundo entero su belleza; que es a lo que se dedican las flores. Por permanecer siempre junto a la misma flor se habían debilitado sus patitas de insecto que comenzaban ya a fallarle de tantos granos como había pegado en ellas y la lila comenzaba lenta e irrevocablemente a marchitarse.
Así que tenía un gran enigma ante él: "Si soy una mariposa debo comportarme como una mariposa, pero me siento un pájaro, llevo tanto tiempo creyendo que lo soy que no sé actuar de otra manera" y comenzó a llorar desconsoladamente.
Una tarde de primavera, viendo lo que estaba sucediendo y compadeciéndose del sufrimiento del "ave", la lila le habló:
"Te echaré de menos, pero no nos estamos haciendo ningún bien, yo soy una flor y tú una mariposa. Debes continuar tu camino esparciendo mi polen y el de todas aquellas flores que irás encontrando a lo largo de tus viajes. Más adelante si vuelves a pasar por aquí no olvides venir a verme, yo te recordaré siempre con mucho cariño y agradezco inmensamente tanto amor, pero por favor ahora vete y recuerda que aquí no me faltarán mariposas para ayudarme en mi tarea".
La esfinge-colibrí se quedó muy feliz al oir estas palabras porque sabía que hacía lo mejor, la respetaba a ella y se respetaba a sí mismo. Así que tomó impulso, la besó y dijo lleno de lágrimas en los ojos: "Hasta la próxima".

1 comentario:

Deprisa dijo...

Cada uno tenemos un destino o una misión que cumplir, a veces no somos capaz de aceptarla y nos gustaría ser otra cosa diferente.

Al final la vida pone a cada uno en su lugar, quizás porque es necesario para mantener el equilibrio. Si la mariposa no hubiera aceptado lo que es seguramente las lilas de la zona dejarían de existir.

Me gustó la reflexión.