martes, 29 de julio de 2008

Sueños en la batalla

Renato Martínez está al frente del batallón, pero por su corta edad no le dejan llevar armas sino tan sólo portar orgulloso la bandera española.
No se le permite ir armado por tener sólo quince años y sin embargo no les importa que ocupe el lugar más vulnerable en la batalla, es como estar en una plaza de toros con el capote en la mano pero sin tener la fuerza ni el entrenamiento suficiente para enfrentarse al toro, un auténtico suicidio.
Pero Renato está feliz y contento porque cree que está salvando al mundo de injusticias y sinsabores. En su mente tiene una incansable letanía “Por la libertad, por la justicia, por acabar con todos aquellos que se quedan con lo nuestro, por mi patria, por mi fe”.
A su lado camina Jaime Lacón, cinco años mayor que Renato, su mejor amigo. Jaime no está tan convencido de que la lucha sirva para algo, con gesto forzado avanza sobre tierras zaragozanas pensando en todo lo que deja atrás: Su querida Noelia, padres, hermanos...”Y todo ¿Para qué?” Piensa apesadumbrado.
Renato parece intuir lo que pasa por la cabeza de su amigo y le anima.


RENATO: - Venga hombre, que sólo será un mes como mucho.
JAIME: - No comprendo de donde sacas ese optimismo.
RENATO: - Estamos haciendo un gran bien a muchas personas.
JAIME: - ¿Cómo se va a hacer un gran bien matando gente? ¿El fin justifica los medios?
RENATO: - Es lo que hay.
JAIME: - Lo que hay no me gusta. ¿Por qué me obligan entonces a hacerlo?
RENATO: - Puedes desertar.
JAIME: - Para que me persigan el resto de mi vida, es peor el remedio que la enfermedad...Sólo siento impotencia por tener que cumplir unas órdenes que otros se han inventado estando totalmente en desacuerdo con ellas. Y no entiendo como hay gente que los apoya, como tú...
RENATO: -Tengo los pies en la tierra, no sufro de ese idealismo que te hace pensar demasiado sin llegar a conclusiones. Yo sólo quiero vivir bien que son dos días.
JAIME: -¿No tienes principios, ética...Te parece normal esto que nos está sucediendo?
RENATO: - A mi las cosas no me parecen nada, son como son y las tomas o las dejas.
JAIME: - Si todos pensaran así. ¿Cómo iba a avanzar el mundo?
RENATO: - ¿Cómo lo haces avanzar tú?
JAIME: - Ciertamente...Nada hago...Sí...Eso me deprime aún más.
RENATO: - Exceso de sentimentalismo, conciencia social…
JAIME: - Quisiera ser como tú, pero no puedo, sin embargo nos llevamos fenomenal.
RENATO: - Nos complementamos. Yo soy la tierra y tú el aire.
JAIME: - Ojala fuera ciertamente aire, entonces volaría y no me enfrentaría a esta guerra inútil.
RENATO: - No sé que decirte amigo, quizás que esto acabará pronto, que todo pasa, que morir luchando es la muerte más honorable que uno puede tener, que te aprecio, que es una gran suerte para mi estar aquí contigo.
JAIME: - Ya he encontrado un motivo para avanzar: Procuraré defenderte porque no paro de quejarme, pero tú encima de que vas desarmado, vas en el peor lugar y sonriendo................................¿Realmente eres tú la tierra y yo el aire? ¿Por qué no puedo creer en algo como otros hacéis?
RENATO: - Tú también crees en cosas, cosas que para mi son sueños, parece que creyeras en un mundo de ángeles…Me gusta cuando me hablas de esas cosas que viajan por tu mente.
JAIME: - ¿Tan iluso me ves?
RENATO: - En el fondo te envidio porque no te creas que no veo la podredumbre de este planeta y yo no tengo ninguna puerta que abrir y que me conduzca al mundo soñado de los ángeles. Pero cuando tú me hablas, cuando te escucho y pongo atención…Oh Dios…Cuanta belleza se abre ante mí.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Está claro que cada uno debe encontrar su horizonte y su lugar en la existencia. Una vez logrado eso, cualquier batalla es sencilla.

Cuando tu manera de ser es tan diferente, puede resultar un insulto a la manera de ser de otros, pero hemos de ser fieles a nosotros mismos. Si ponemos en valor ese "insulto" otros percibirán su valor. Si otros lo valoran, le harán un hueco en sus vidas.

Interruptor dijo...

Gremlins Stripe (antes de tanta piscinita Mogwai, supongo)sus palabras son de una gran profundidad y armonía. ¿Llegará el día en que no haya que poner a valer nada sino que las personas sabremos valorar todo y en toda forma?
El señor Jaime Lacón me susurra al oído que este mundo a veces le parece una pura lección de marketing o una fórmula de oferte-demanda y que preferiría que fuese "El Viaje de Chihiro".