viernes, 10 de septiembre de 2010

Pastelitos belgas



ANA-¿Te ha gustado el trozo de tarta?
PABLO-Bueno…En fin…Sí.
ANA-No mucho por lo que veo.
PABLO-Sinceramente no sé si el problema es de la tarta o personal, porque si no hubiese comido el otro día ese dulce…¡Dios!
ANA-¿Ya estás otra vez con el pastelito belga?
PABLO-Quizás nunca debí probarlo, ahora todo lo comparo con aquel sabor y no logro conformarme.
ANA-¿Y no has conseguido la receta?
PABLO-Qué más quisiera. He buscado en internet, en libros, estoy hasta por irme a Bruselas, el caso es que sigue siendo insuperable.
ANA-Pues olvídalo.
PABLO-Como si fuera tan fácil, su textura, su olor, su…todo.
ANA-La verdad que siempre he pensado que hay ciertas cosas en la vida que es mejor no probarlas.
PABLO-Pero si no las pruebas tampoco sabes que hay algo mucho mejor, eso motiva cantidad.
ANA-Mira los budistas, ellos sí que saben, su filosofía es haz de todo lo que te encuentres en la vida lo mejor y disfruta el momento.
PABLO-Tendrán mucha capacidad de autoengaño.
ANA-No es eso, es que ellos consiguen conectar con su interior, con una fuente constante que mana y mana…
PABLO-¿Qué mana?
ANA-Pues felicidad, amor, dicha.
PABLO-No lo entiendo.
ANA-Pues como si tuviesen tu pastelito belga constantemente en vena, vamos.
PABLO-Ah, sí, claro…Así ya se puede estar contento. ¿Sabes qué te digo?
ANA-¿Qué?
PABLO-Que me voy a meditar un rato, a ver si me cae alguna miguilla.

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