domingo, 18 de diciembre de 2011

Soberbia

El soberbio te suele mirar por encima del hombro, como si estuviera subido a un escalón mientras te habla y en vez de sugerir ordena con frases tan maravillosas como “me he enterado que ha fallecido XXXXX, vete a dar el pésame de mi parte y les dices a todos que les echo mucho de menos”. Yo antes me callaba e incluso lo hacía sin rechistar, no sé exactamente si por educación o porque me daba lo mismo, pero actualmente respondo con un “lo que acabas de decir no me parece lo más correcto, vete tú o si no puedes llamas por teléfono para que sepan lo mucho que ciertamente les echas de menos”.
Otra solución sería el por un oído me entra y por otro me sale, o también conocida como a palabras necias oidos sordos, pero yo suelo preferir dejar las cosas claras.
Si es que la vida me ha enseñado que no hay peor cosa como que alguien te coja tanta confianza que crea que estás a su disposición y por supuesto sin un “por favor”. Y esto no es sólo por lo de que “la confianza da asco”, pues a mí al menos me ocurre que es capaz de decirme frasecitas del estilo personas que hace años que no veo, es simplemente porque confunden que seas alguien pacífico con que eres manejable. Yo como considero que todos los seres humanos somos iguales, no me gusta que me traten ni a mí ni a nadie así… ¡Señores, que la esclavitud se abolió hace años y el que quiera peces que se moje el culo!
En mi opinión no hay mayor virtud que la prudencia al tratar con los demás; sobre todo si no se les conoce a fondo y el respeto es algo que nunca debería perderse en las relaciones porque no suele haber vuelta atrás cuando se traspasan ciertos límites. Y como siempre aclaro que por supuesto también tengo lo mío, faltaría más. No merece la pena darle más vueltas sino exclamar un “¡pasando!” como diría Bruno.

2 comentarios:

Homet-pab dijo...

La prudencia suele ser siempre el mejor método para ir conociendo al principio de una relación de qué madera está hecha la otra persona. Y además, adaptar tu lenguaje de manera que puedas hacerte entender lo mejor posible por quien tienes delante.

La soberbia suele caer la mayoría de las veces por su propio peso ya que oculta, en el fondo de su propia naturaleza, mucha inseguridad y miedo. Además de albergar una falsa creencia de superioridad que por supuesto, nace a causa del temor a ser inferior.

Recuerdo ahora mismo un episodio muy gracioso de mi vida, en el cual me enfrentaba a un chico que decía ser un maestro con los dardos, el mejor, y lo decía en serio. Su lenguaje corporal expresaba excesivamente (y superficialmente) un sobreexceso de confianza. Así que ya casi al final del juego, me lanza el reto de darle a una zona en concreto del panel, un rectángulo muy pequeño, de centímetros justos. Si le daba ahí, la máquina me daba los puntos que necesitaba para ganar. Él me retaba en plan coña, casi burlándose de mí, por saber que era casi imposible darle ahí, yo era mi tercera vez que jugaba a aquello, pero de todas formas acepté el reto gustosamente sin mucho alarde, sonriendo tranquilamente. Me concentré, tiré el dardo y le di al puntito que tenía que darle. Gané el juego, se quedó con la boca abierta, tuvo que salir del local, no soportó la humillación, en el bar, todos festejando mi victoria, había aplastado a un bocazas. Disfruté del momento pero...un secreto...aunque por fuera demostrara tranquilidad y seguridad tras la victoria, por dentro yo tampoco sabía cómo lo había conseguido, jajajaj.

Interruptor dijo...

Qué graciosa la anécdota, le diste con su propia medicina. En el fondo unos inseguros pero malévolos inseguros los soberbios.