domingo, 22 de enero de 2012

Los descendientes: El descenso a la realidad


Los descendientes es una interesante película que se deja ver muy bien, con un formidable George Clooney y buenos secundarios como la joven Shailene Woodley que interpreta a Alexandra King; la hija mayor.
También se podría haber titulado el descenso, el decente o incluso y siguiendo con palabras que comiencen por “de” el despertar.
Da gusto ver en la pantalla personajes de una integridad y honestidad como la de Matt King (George Clooney). Es un hombre tranquilo de los que seguramente pasan desapercibidos porque más bien está en la sombra sin hacer mal a nadie. Absorbido por su trabajo ha abandonado la vida familiar y tiene mujer e hijos como quien tiene un chalet en la playa; para las vacaciones. Este quizás sea su mayor defecto, en mi opinión.
De pronto un accidente deja en coma a su mujer y ese es el comienzo de una serie de revelaciones para Matt: Lo que él creía una familia transparente ocultaba unos cuantos secretos. Todo esto unido a un problema con la posible venta de unas tierras heredadas de unos ancestros (de ahí el título del film) le hacen bajar de la nube en que vivía y pensar por primera vez en las verdaderas prioridades y en su propia felicidad.
Muchas veces vivimos rodeados de mentiras, no queremos ser conscientes de la verdad o ni siquiera pensamos; como Clooney, que pueda existir otra realidad ya que él es lo que ves, no oculta absolutamente nada, un tipo natural y sencillo pese a todo el dinero que tiene. Pero la vida está llena de apariencias y donde parece haber, como es el caso, una familia maravillosa, si rascas un poco ves a una mujer que harta de no ver a su marido prefiere no hablarlo con él y pasar directamente a entretenerse con un ligue; eso sí gastándose los dineros de Clooney que para eso sí que le tiene en cuenta, una hija de 17 años bastante rebelde pero con una madurez que ya querría su padre y una niña de 10 que da muchos momentos cómicos al film. Incluso el novio de la hija mayor, deducimos en una conversación, que no es tan “tonto” como parece.
Me ha recordado por el argumento, que también comienza con un accidente (por cierto el accidentado es
Jean Dujardin; un galán de gran actualidad por The Artist) y sigue con un montón de falsedades que salen a la luz, a la cinta francesa Pequeñas mentiras sin importancia.
Los paisajes de Hawai, unidos a ese dilema entre vender o proteger unos terrenos vírgenes, son como una metáfora del film: ¿Merece la pena llevar una vida auténtica como la de nuestros antepasados, con una serie de valores, aunque casi todo lo de tu alrededor sea pura superficialidad y se esté “pudriendo”? Es que a veces no existe ni posibilidad de plantearse dilemas como este, porque hay personas que nacen como la tierra de Hawai; con buenas raíces y si lo pensasen bien es pura estupidez venderse para que otros saquen beneficio, cuando esa no es tu naturaleza. Mejor saber ser uno mismo, respetarse y que los demás si quieren sacar provecho, que lo hagan con su propio trabajo. Para hacer esto hay que tener personalidad y Clooney tras la caída a los infiernos de una realidad que sabe llevar con mucho estilo, parece que sabe poner las cosas en su sitio, encontrando al fin su propio lugar en el mundo. Como dice el refrán: No hay mal que por bien no venga.
¡Viva todo lo auténtico, lo que no ha sido maleado, lo que no ambiciona nada ni pretende ser diferente de lo que es! Tierra, personas...da lo mismo. Bienvenido todo aquello que es tan natural como la vida misma, esos paraísos que devuelven la esperanza en que otro mundo es posible.

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