viernes, 13 de enero de 2012

Melancolía: El árbol de la muerte

He ido ayer a ver la película Melancolía. Lars Von Trier tiene el don o la maldición de conseguir transmitir a la perfección las sensaciones más terribles que pueden bullir en el interior de un ser humano.
La historia va sobre dos hermanas, que sin embargo yo estoy convencida de que son realmente una misma persona. Se trata el tema de la bipolaridad, pero como siempre son mis teorías.
Claire (Charlotte Gainsbourg) es la parte equilibrada, que prefiere no mirar demasiado a su interior y colocarse una sonrisa permanente de "aquí no pasa nada". Cualquiera que la vea desde fuera, le parecerá que lleva una vida normal, más o menos bajo control, como la de la mayoría de la gente.
Justine (Kirsten Dunst) sería como la verdadera personalidad de la protagonista, oculta tras la sonrisa que elude el conflicto y finge tranquilidad, es alguien sin fuerzas apenas para vivir, sumida en un estado depresivo y a quien las emociones más devastadoras la paralizan. Es su otra parte (su hermana Claire) la que la mueve y la anima a seguir hacia delante y a veces parece lograrlo pero enseguida vuelve a caer en su “lado oscuro” y hacer cosas sin ton ni son que desconciertan a los de su alrededor, consiguiendo alejarlos. En sí misma Justine es un perfecto ejemplo de bipolaridad.
La realidad está ahí enfrente y hay cosas muy duras que nos pueden aplastar en cualquier momento (para mi ese posible choque del planeta Melancolía contra la tierra, sería como una metáfora de ese estado de tristeza profunda devastadora). Supongo que por eso mismo existe la diversión, la fantasía, las diferentes creencias o el relativizar las cosas, cada cual tiene su fórmula, porque hay demasiados sucesos que vivimos en el día a día o que vemos en los medios que a poco sensible que seas te tocan profundamente y hay que encontrar la forma de pese a todo ser lo más feliz que podamos o al menos sería lo suyo porque estando triste o alegre la vida pasará igualmente, mejor entonces elegir la alegría, digo yo. Aunque el que sufre depresión no tiene voluntad para decidir su estado de ánimo, este decide por él.
Cuando pienso en ese estado mental depresivo que tan bien expresa Lars Von Trier, cuando siento lo que supone el simple hecho de ser humano, la angustia que se padece en ciertos momentos de la vida irremediablemente (pérdidas, fracasos…), entiendo perfectamente porque hay personas que parecen no enterarse de nada de lo que sucede a su alrededor y que simplemente viven sin pensar en exceso en un pequeño mundo creado a su medida, tomando cierta distancia del dolor. Creo que un poco o un mucho de esto es necesario porque siendo demasiado consciente de todo, sin edulcorante alguno, apaga y vámonos, se haría todo cuesta arriba y esto sería una auténtica pesadilla estilo Melancolía.
Tendré que meditar a ver si vuelvo a ver algo de este director porque me deja muy tocada un par de días por lo menos, aunque por otra parte hay muchísima belleza en cantidad de escenas, sobre todo al principio y al final. Me ha recordado bastante a la película El árbol de la vida de Terrence Malick, aunque esta última se centra en la luz y no en la oscuridad del ser humano, con lo cual es bastante más gratificante su visionado al desprender mucho amor, sobre todo en su escena final tan llena de esperanza. Pero claro es que Lars Von Trier no recurre a la espiritualidad; como sí lo hace Malick, sino a la realidad en su estado más trágico y sólo nos obsequia hacia el final con un poquito de fantasía por parte del personaje de Justine; muy de agradecer aunque dure poco, que fue lo que más me gustó del film.
Yo no hubiese titulado esta peli Melancolía sino Depresión o El árbol de la muerte y no recomiendo a nadie muy bajo de ánimo ir a verla.

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