sábado, 19 de junio de 2010

El despertar de Don Quijote

Sancho Panza estaba hasta las narices de que Don Quijote no viera bien lo que sucedía a su alrededor y los problemas que ello ocasionaba. Como Sancho se sentía un simple escudero, decidió recurrir a la ayuda de Rafiki; que imponía más y seguro que a él sí le escucharía.
Rafiki, por si alguien no ha visto "El Rey León", es un mandril muy majete que sabe de todo y da unos consejos buenísimos.
Así que un día, como quien no quiere la cosa y ante un Quijote convencido de que había unos gigantes donde realmente sólo había molinos, Sancho tomó valor y le presentó a su amigo.
Sancho:-Fiel amo, eso que Vd. ve son molinos y no gigantes.
Quijote:-Son gigantes Sancho, mira como mueven los brazos.
Sancho:-¿Me permite presentarle a un amigo, para contar con una tercera opinión?
Quijote:-Bienvenido sea tu amigo, aunque te haga quedar en ridículo, Sancho.
Rafiki se acercó con sigilo y sin mediar palabra tocó el entrecejo de Don Quijote, quien cayó redondo al suelo perdiendo la consciencia unos segundos. Al despertar no recordaba absolutamente nada.
Rafiki:-¿Qué ve Vd. ahí delante?
Quijote:-Unos molinos con aspas giratorias muy grandes.
Pero no sólo empezó a ver molinos, también todas las demás irrealidades comenzaron a caerse de su mente, hasta pasó a ver a Dulcinea tal cual era y no como él la imaginaba. Definitivamente Don Quijote había recobrado la cordura, pero fue tan dura su bajada de las nubes, que quedó bastante afectado.
Quijote:-¿Y ahora como lucho contra los enemigos, como Caballero que soy, si ya no veo gigantes sino molinos?
Rafiki:-Hoy en día tan mal está el panorama, que ser Caballero consiste en no caer en la apatía social reinante, no hace falta hacer grandes hazañas, ni ofrecérselas a dama alguna, simplemente uno se comporta en público con honestidad, no roba, tiene buen juicio, respeta su turno en las filas...
Quijote:-Parece sencillo, no me disgusta la idea. Por lo que veo, toca modernizarse.
Sancho:-Pues pongámonos a ello, mi Señor, no hay que perder más tiempo (dijo Sancho, rezando porque Quijote hubiese interpretado bien el mensaje).
Y así mientras despedían a Rafiki, continuaron caminando juntos pero más relajadamente. Don Quijote seguía alucinando con todo el nuevo mundo que se abría ante sus ojos, que siempre había estado ahí, pero velado por su incapacidad para aceptarlo. ("¡Sus viá crujir vivos, fuera tanta tonteríaaaaaa!", comenzó a mascullar, mientras levantaba su lanza y sonreía de un modo extraño).

No hay comentarios: